(Del griego, baptizein, sumergir). Puerta de los sacramentos, cuya recepcion de hecho o al menos de deseo es necesaria para la salvacion, por el cual los hombres son liberados de los pecados, reengendrados como hijos de Dios e incorporados a la Iglesia, quedando configurados con Cristo por el caracter indeleble, se confiere validamente solo mediante la ablucion con agua verdadera acompañada de la debida forma verbal.