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No todo el mundo llega a los cincuenta

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No Todo el Mundo Llega a los Cincuenta

Ana Gabriella Lopes Miura

Aurora abrió los ojos muy temprano, sin necesidad de que sonara el reloj despertador del que tanto dependía. Después de todo, hoy era un día poco usual, era su cumpleaños número cincuenta. Una ola de nostalgia y de algo parecido al miedo la embargó, así que decidió levantarse y vestirse de una vez. Encontró el ramo de rosas rojas con la tarjeta que decía: “Felicidades,amor. !No todo el mundo llega a los cincuenta!” que le había dejado Wu, su marido, en la mesa de la cocina. Saldría hoy del trabajo mucho más temprano, para poder asistir a la fiesta de cumpleaños que se celebraría en casa de Olga, su hermana. Hoy tendría casi todo el día para ella, para recordar, así que se hizo un café y se sentó en el viejo sofá rasgado que tanto favorecía sobre el lujoso diván, tapizado con seda cruda, que tanto le encantaba a su marido.

Recordó cómo a los 17 años, siendo una muchachita de un pueblo pequeño y pobre, recibió una beca inesperada para irse a estudiar Derecho a Madrid, donde conoció a su primer novio y donde pasó 7 años inolvidables. Luego pensó en la primera vez que vio nieve, cuando bajó del avión que aterrizaba en Chicago,donde estudiaría su maestría y donde conoció a Wu. Llegaron las 4 de la tarde y con ellas, Wu.

“¿Y esa cara?!Qué pesimista eres! Sólo es un año más,amor.”– le dijo.

Aurora estuvo retraída durante toda la fiesta, tanto que Andrés, su sobrino, le preguntó a su madre que por qué su tía los miraba a todos como si estuviera ciega y que por qué se veía tan triste. –“Es la edad, papito. Una se pone a recordar muchas cosas. Pero mira qué guapa está tu tía. !No todo el mundo llega a los cincuenta!”.

Aurora ahora se acordaba de aquella tarde de verano de 1969, cuando su amiga Lourdes la llevó a la casa de una “vidente”. Aquella doña era una vieja fregona, que de vidente no tenía ni un pelo, pero aún así, Aurora dejó que le “leyera el futuro”.

“Oye nena, !que vida más interesante vas a tener tú!”-dijo la “vidente”, mientras se acomodaba un rolo color rosado en los escasos pelos que tenía en esa cabeza- “Vas a volar por el aire, hasta el otro lado del mundo, para estudiar cómo defender pillos, y vas a conocer a sendo macho, pero ése no es,nena, ése no es. El tuyo es un chino, sí, ya sabes, de los que tienen los ojos chiquitos, así-dijo mientras se halaba los ojos con las manos- y lo vas a conocer cuando veas la nieve”. Aurora casi no aguantaba la risa, “!qué sarta de cosas ridículas dice la vieja loca ésta”-se dijo, hasta que vio cómo se ensombreció la cara de la doña y le dijo :

“Pobrecita, tu papá se va a morir pronto. De un roto en el corazón, nena, no de un corazón roto, acuérdate.” Esa vieja es una morbosa y una mala leche,pensó Aurora, así que escuchó lo último que tenía por decirle y se largó.

No fue sino hasta 1 año después, cuando a su papá le dieron un tiro que le dio justo en el corazón, al salir de una gallera, que Aurora se acordó de lo último que le contó la vidente:

“Tú, mija, no te apures. Tu llegas hasta los cincuenta y,!coño, no todo el mundo llega a los cincuenta!”

 

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