Están comprendidos por un conjunto de recursos recibidos por el Estado y que son diseñados por su política financiera, ya que el Estado necesita de estos recursos para el cumplimiento de sus fines públicos.
Ingresos ordinarios
Recursos percibidos de forma permanente por el Estado, por lo que se repiten año tras año dentro de su presupuesto fiscal, esto significa que a la hora de elaborar dicho presupuesto y poder cumplir con sus gastos públicos el Estado siempre tomará como base a los ingresos ordinarios porque son fijos. Por lo tanto, estos recursos sirven para cubrir las erogaciones ordinarias o gastos fijos del Estado.
Ingresos tributarios
Son los distintos recursos recibidos por el Estado a través de la aplicación de las leyes tributarias y que por su carácter fijo y permanente constituyen la base fundamental de instrumentos financieros para el Estado, lo cual también se fundamenta en el carácter obligatorio que acompaña a dichos ingresos.
Ingresos no tributarios
Son los distintos instrumentos o recursos financieros que recibe el Estado mediante la aplicación de otras fuentes distintas a los instrumentos tributarios y donde no se manifiesta el carácter de la coacción, sino que generalmente el Estado obtiene dichos recursos por las prestaciones de servicio, venta de mercancías, etc.
Ingresos extraordinarios
Son recursos que el Estado requiere en circunstancias especiales, por lo que no tienen un carácter permanente, porque no se usan habitualmente. Su existencia se justifica en aquellos casos donde existe un déficit fiscal, es decir, que bajan las recaudaciones por concepto de los ingresos tributarios, así como también en aquellos casos de desastre o de calamidad pública, que pone al Estado en condiciones de requerir ingresos extra para cubrir dichas eventualidades. Estos recursos pueden provenir de fuentes internas y de fuentes externas. Dentro de las fuentes internas los más frecuentes son los préstamos bancarios, y de las fuentes externas los préstamos internacionales y las donaciones.
