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TOXICOMANIA

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En sentido general, la palabra "toxicomanía" designa un estado de dependencia y de hábito con respecto a una droga. Si nos atenemos a las definiciones dadas por el "Comité de Expertos de las Drogas que Engendran la Toxicomanía", de la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.), que se inspira en sus trabajos, y de la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas, se pueden distinguir dos géneros de estados de dependencia, uno esencialmente físico, la toxicomanía verdadera (adición), y la otra esencialmente psíquica, la habitual. Esas drogas esclavizantes son extremadamente variadas en cuanto a las formas y a los peligros de su acción. Se pueden distinguir esencialmente:
1º- El opio y sus derivados: la morfina (alcaloide de opio) y la heroína (más potente y más tóxica): esencialmente analgésicas (anti-dolor), los productos son euforizantes, y el opiómano, plácido y pasivo, no será delincuente sino para procurarse su droga.
2º- La cocaína es un alcaloide de la planta de la coca. Se presenta bajo el aspecto de nieve (Snow).
Esta tiene varios nombres en el bajo mundo como "la came, cocó", y tiene sus efectos muy diferentes de la morfina. El morfinómano realiza el ideal búdico, el nirvana. El cocainismo es el "Nietzcheano": la voluntad de poder, la expresión de la personalidad, el dinamismo, siempre una hiperactividad. Contrario a la morfina, la cocaína transforma de golpe al cocainómano en un alienado.
3o. Los alucinógenos, sustancias químicas, que engendran perturbaciones de la percepción: mescalina extraída del cactus "peyolt" empleada en el pasado por las tribus indígenas, silosibina extraída de ciertos hongos alucinógenos de México, L. S. D., extraído del centeno, además los extractos del cáñamo indico (cannabis sativa): la marihuana (llamado Kif en Africa del Norte) constituida de la cumbre florífera o fructífera de la planta hembra secada y a menudo finamente picada; el haschich (llamado chira en Africa del Norte), constituido por la resina misma extraída de esta planta modelada bajo forma de pequeños cubos, junqurnos o tabletas.
4º- Los productos farmacéuticos excitantes (anfetaminas) o tranquilizantes (barbitúricos o no), que han dado lugar a la más importante toxicomanía de la cual sufre una gran parte de la humanidad, aquella que se le ha dado en llamar "farmacomanía". ¿Por qué se consumen esos productos? ¿Cómo una persona se convierte en toxicómana? Es preciso distinguir los diferentes productos y los diferentes grupos de poblaciones que se esclavizan. Ciertos puntos en común pueden ser señalados.
Existe primeramente en el rol de la publicidad hecha hábilmente alrededor de esos productos: una propaganda falsa, cultivando la ignorancia de los peligros de dichos productos, crea el deseo de experimentar, de estar "en la cosa". Como muy bien señala el doctor Boudreau, de Cuebec, el consumo de esos productos es estimulado entre los jóvenes, por: l) La falta de modelos: los jóvenes buscan constantemente identificarse con modelos capaces de satisfacer el deseo de sobresalir. Ante una ausencia de modelos con los cuales ellos puedan identificarse, los jóvenes buscan en los productos químicos un medio de importantizarse por algunas horas; 2) El vacío espiritual: nacido de la incredulidad, luego de la deificación de valores materiales por las generaciones precedentes, el vacío espiritual precisa una compensación "sicodélica" la liberación del espíritu, el éxtasis, con sus sesiones de meditación; 3) La búsqueda de válvulas de escapes artificiales, permite resolver el estado de tensión en el cual vivimos, teniendo en cuenta dificultades que experimentamos al utilizar los medios naturales de esparcimiento. Es preciso sin embargo, no descuidar que la toxicomanía tome nacimiento sobre un "terreno" especial: El toxicómano no está en lo general desprovisto ni de inteligencia, ni de personalidad, ni de posibilidades de triunfo. No obstante, él no logra nunca adaptarse a una situación estable, y su vida tiende a menudo a agitarse, tanto en el plano sentimental como en el profesional: ella es sembrada de fracasos. En el mismo sentido, el profesor de Greef escribía; No es sorprendente que la gruesa masa de toxicómanos esté constituida de desequilibrados; no que la toxicomanía sea una enfermedad en sí como creen muy a menudo espíritus profanos, sino porque el tóxico constituye una solución fácil a no mal de dificultades y que la vida del desequilibrado es por ella misma condenada a las miserias subjetivas o reales. Es ahí una de las razones por las cuales existe una estrecha parentela entre la toxicomanía y la criminalidad. Las mismas causas producen efectos análogos. Una vez instalada la dependencia, es preciso tener en cuenta la importancia de la imagen social del toxicómano.
Ciertos sistemas legislativos poniendo al toxicómano al margen de la sociedad, lo catalogan como un desviado y amplían así su desviación. Rechazando el sistema general de normas, desarrolla normas propias al grupo de sus semejantes, que se aliena siempre ventajosamente. Los peligros de la toxicomanía son más o menos graves según el grado de servidumbre que ellas engendran, y la degradación física y social que de ello resulta. Se ha podido de manera general considerar a los toxicómanos como una carrera al abismo. Esta expresión se aplica particularmente a la morfinomanía, cuyo periodo terminal llamado caquexia, se acompaña de un enflaquecimiento esquelético, de complicaciones pulmonares, de debilidades cardiacas, seguidas de la muerte. Desde un punto de vista estrictamente criminológico, es necesario distinguir los efectos criminógenos de las toxicomanías en lo que concierne a los usuarios y en lo que concierne a los traficantes.
En lo que respecta a los usuarios, todavía que ciertos buscan en la palabra árabe "haschichin" (consumidor de haschich) la etimologia de "asesino", la incidencia criminógena de toxicomanías no está claramente establecida, a un nivel estadístico: es sobre todo difícil disociar lo que revela de desequilibrios psíquicos de base, y lo que determina el abuso de tóxicos. En fin, la toxicomanía "engendra necesidades costosas que el hábito rinde cada día más irresistible y, a ese titulo, ella constituye indirectamente, una causa nueva de infracción (falsas ordenanzas médicas, robos, etc.). La política criminal debe sin embargo, estar dirigida ante todo contra "los verdaderos criminales", es decir los traficantes. Las victimas del consumo de drogas deben depender menos del derecho penal que de la medicina. Por otra parte, cuando los hace depender del derecho penal, la razón es esencialmente que es más fácil descubrir la detención y el consumo de drogas que su tráfico, y de llegar así al traficante.
 

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