Defia

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Defia

Lucas Rabinovich

Se decía qué pasando el Pacífico había una isla en la que se encontraba un diamante de un gran valor.

Yo siendo un buscador de tesoro me interese mucho en esta hallazgo y me prepare para ir allá; me prepare lo más que pude y me subí al avión que me llevaría a la isla mejor conocida como Defia, el viaje duraría cinco horas, si tardase mas me debería de preocupar.

Ya estando a mitad de camino pienso yo pasamos por un pequeño archipiélago de unas seis islas muy parecidas unas de otras; "atención tendremos un viaje turbulento" dijo el piloto del avión. Nos Empezamos a sacudir y yo sentí el temor de un futuro atroz de enfrentamientos contra cosas inmunes, no se porque pensé eso, ¿acaso vi el futuro?, me pregunte a mi mismo.

"Ya pueden estar calmados" dijo el piloto informándonos por el radio. Yo eche un suspiro y me puse haber el cielo por el agujero de esa ventana de chapa.

"Estamos por llegar" me dijo mi compañero de aventuras. Le asentí con la cabeza y nos preparamos para el aterrizaje.

Por la ventana ya se veía la isla. No era muy grande pensé yo, creía que seria un lugar inmenso y que seria difícil encontrar la joya que me haría millonario de por vida.

"Abróchense los cinturones que será un aterrizaje difícil" nos previno el piloto por el radio.

Cuando el avión toco suelo me dio un impulso que me levanto hasta arriba y me hizo golpear la cabeza con la dura chapa del avión. Mi compañero viendo esto al salir del avión me dice si estoy bien, más que bien le contesto.

Emprendimos enseguida y sin descansar un paseo por la selva. Mientras paseaba por un camino en el que se puede encontrar cualquier cosa, me iba imaginando que iba a ser con tanta fortuna.

¿Cuánto crees que valga el diamante señor? me pregunto mi compañero.

Mas de lo que te imaginas le conteste viendo una pequeña hoguera al lado de un pequeño lago.

Mi compañero asombrado me mira y me pregunta que significa esto.

Parece que no estamos solos en esta isla le digo viendo el fuego aun prendido.

Entro en una pequeña choza de paja que hay al lado de la hoguera.

¿Que hay señor? Me pregunta Martín mientras ve el pequeño lago.

Nada de nada le contesto saliendo de la choza. Parece que hace mucho tiempo están desabitadas. Me pregunto si a vitaban agrícolas aquí.

Sigamos nuestro camino Martín le digo emprendiendo viaje.

Martín me sigue preguntándome cosas sobre esa sorpresa tan inesperadas y que nunca pensamos encontrar. Mira me dice Martín señalando una cascada al final del lago.

Tu que piensas le pregunto. Pienso que detrás de la cascada puede haber una cueva me contesta el encaminándose hacia allá.

Espera le digo agarrándolo del brazo derecho.

¿Qué ocurre? Me pregunta el.

No sabemos si hay gente o no en la isla. Tenemos que estar preparados por si las ahí.

El me asienta y saca la lanza que traía colgada de la espalda.

Yo saco un cuchillo del bolsillo y tomamos rumbo de inmediato.

Llegamos a la cascada y yo deje de caminar dejando que el siga solo.

¿Qué pasa señor? Me pregunta el chico.

Nada, sigamos le hago seña de que me siga.

¡Martín tenia razón!…, había un túnel detrás de la cascada.

Era una pequeña cueva. Dentro…, una hoguera ya apagada hace mucho tiempo.

Esto es una perdida de tiempo me dice Martín; no creo que hubiera un diamante aquí.

¿Dices que solo es un mito? Le pregunto a este.

Solo digo mi opinión, si no estas de acuerdo sigue sin mi, me vuelvo al avión me dice este marchándose.

Si te largas déjame tu lanza le aclaro.

Toma, te la regalo. Martín era una persona de confianza y nunca creí que me dejase en una aventura solo. Pero las cosas ocurren.

Ya al momento de oscurecerse decidí que Martín tuvo razón y yo me equivoque

Mejor vuelvo al avión me dije a mi mismo.

Esto es solo un mito que nunca existió dije dejando caer mi sueño de ser un investigador famoso y millonario.

Al volver al avión Martín me pregunto si me había dado cuenta que nunca hubo un diamante aquí y yo le digo que tal vez.

Tal vez vos tengas razón, o tal vez si hubo un diamante aquí le dijo con duda.

¿Tal vez hubo? Me pregunta el.

Si…, capaz había un diamante pero nosotros llegamos tarde y alguien mas se lo llevo.

Eso quedaría en duda por el resto de nuestras vidas.

Luego de unas varias horas el piloto nos avisa que llegamos a nuestro punto y que esta aventura ha terminado.

Al bajar del avión el piloto se quedo con una bolsa bien grande que cuidaba desde que volvíamos de la isla.

¿Qué trae ahí? Le pregunto.

Es que mi hija quería que saque unas cuantas fotos para ver como es una isla me contesto yéndose.

Dos semanas después de la aventura el piloto se hizo millonario vendiendo la joya que nos robo de la isla.

Yo pienso que mientras estaba en la selva con mi compañero el se nos adelanto y tomo el diamante de la cueva.

También pienso que el mismo piloto construyo esa choza y hoguera para detenernos mientras tomaba la preciada joya.

 

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