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Rios de sangre y libertad

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Ríos de sangre y libertad

Juan Fernando Quiroz Rúa

Jugar con arena es un juego de niños… sentir tu tierra antes de luchar por ella lo convierte en un hilo de esperanza…

Como fieros guerreros hemos defendido estas tierras, libres todos nosotros, doctos en las artes de la guerra hemos luchado varias veces para mantener a raya a los invasores, sin formaciones de guerra, sin recibir gritos de superiores, solo un comandante, un maestro que nos guía sin ordenarnos, cada uno sabe que debe hacer… y eso nos da valor, pero hoy es diferente, aunque cada uno de nosotros sea un gran guerrero que mil vidas de soldado pudiera segar el solo, quienes pretenden nuestras amadas tierras no son soldados, son bárbaros: Monstruosos y enormes hombres con grandes espadas y poderosas técnicas, los Meleties, los habitantes de las tierras de Meleth, bajo el mandato de Blodsverd Thorsson, el mas sanguinario y poderoso Berserker que la tierra jamás hubiera parido.

Sigo pasando puñados de tierra por mis manos, esperando al enemigo, siendo nosotros la ultima línea que mantiene la esperanza de nuestro pueblo; Lucid, nuestro maestro, yace tranquilo sobre una roca, su shamshir reposa en sus piernas, a su lado se encuentra Ignis, el mas silencioso asesino que pisara jamás el mundo, sus dagas son un susurro que al cuello del enemigo trae el mensaje de la muerte, tras el, reposando en el pasto está Amaranth, otro asesino tan mortal como Ignis, poderoso y letal, aunque menos furtivo, mucho mas veloz; Cerca de ellos estoy yo, Malkiav, conocido como la sombra negra, mis dos katanas reposan en el suelo cerca mío mientras la pequeña porción polvosa de tierra en la que estoy se ve enturbiada por los pasos de Dennethor, nuestro maestre en defensa, su mandoble grande y grueso es acorde a su enorme cuerpo, aunque sonriente y bonachón, podría fácilmente ser uno de los bárbaros meleties, También están Kubila y Balhan, dos pequeños guerreros que trabajan en equipo, destajan como sanguinarios carniceros con sus katanas, a su lado esta Alto, otro hombre enorme que lleva consigo el estandarte de nuestras tierras, el imperial colmillo de Balmok, una poderosa mata dragones de 2 metros y medio, solo Alto tiene la suficiente fuerza para manejar esta arma tan inverosímilmente rápido como lo hace, y finalmente se encuentra Thrall, quien nunca retrocede, su katana ha resistido tantos ataques como su cuerpo. Nueve hombres esperando toda una horda de enormes bárbaros, solo nueve hombres que separan al ejército del sanguinario Blodsverd Thorsson de poseer nuestras tierras.

De pronto la tierra se enturbio, todos permanecimos inmóviles, a lo lejos se escuchaban pasos, cientos de pasos, miles de pasos que marchan al ritmo de tambores de guerra, a lo lejos los vimos, eran por lo menos 2000, sus espadas brillaban con el sol en un pálido y reluciente plateado en el que aun se podían ver restos de sangre, todos nos pusimos en pie, y en aquella colina esperamos lo que parecía un inminente fin. Cada segundo parecía una eternidad, nosotros en pie solo aguardábamos, ellos ya estaban subiendo la colina… y la batalla comenzó, su primera línea cargó contra nosotros, preparé mis katanas para destajarlos a todos, pero alguien se me adelanto, sentí un fuerte ventarrón y lo siguiente que vi fue decenas de cuerpos cercenados y mutilados, y Alto volviendo a posar el colmillo de Balmok sobre su hombro, esto enfureció a los bárbaros, todos cargaron contra nosotros como ratas hambrientas sobre un cadáver fresco, en una fracción de segundo, mis katanas ya habían destajado a varios de ellos, luchábamos sin descanso, los asesinos trataban de aliviar la carga de batalla matándolos rápidamente por la espalda sin darles tiempo ni siquiera de saber que les pasaba, Alto destajaba al por mayor, Kubila y Balhan barrían a varios, Thrall los destajaba uno a uno con una soberbia velocidad, pero eran demasiados, el primero en caer fue kubila, el tajo de uno de los comandantes de escuadrón de los bárbaros tajó su cabeza al tiempo que Balhan tajaba el cuello del bárbaro, el pequeño siguió batallando con lagrimas en los ojos por su amigo, mas rápidamente lo acompaño en el frío abrazo de la tumba, pues algo que no esperábamos sucedió, el propio Blodsverd Thorsson entro en el combate, su espada partió en dos el cuerpo de Balhan como si se tratara de pan, avanzó hacia Thrall, mando su golpe y Thrall lo detuvo, pero fue tan poderoso el golpe que la katana de este valioso guerrero se partió como una varita en un huracán, y con la misma intensidad recibió 7 tajos en menos de un segundo, dejando su cuerpo esparcido por todo el lugar, yo seguía destajando bárbaros a diestra y siniestra, mis katanas se movían mas rápido que el viento y todo mi ser estaba bañado en sangre, la misma sangre que a raudales corría por este suelo, Thorsson se dirigió hacia mi, su espada se blandió contra mi ser, yo salte esquivándola y mande un golpe a su cuello, mas el lo esquivo con facilidad, trató de darme otro golpe pero algo lo detuvo, tras nosotros venían hombres vestidos con brillantes armaduras y gruesos escudos, corriendo para ayudarnos, eran Templar, los hombres que se regían por un Dios ajeno a mi, pero que compartían pacíficamente los lindes de sus tierras con las nuestras, cargaron gloriosamente dándonos un halo de esperanza, justo cuando vi como Alto era atravesado por una espada salida del mismo infierno y cayendo así el mas grande entre nosotros, el piso se estremeció con su caída, al igual que nuestros corazones, voltee para seguir luchado, y vi desaparecer mi vida con un tajo en mi rostro, pero fue detenido por un mandoble, Dennethor, quien destrozaba armaduras y cuerpos con su mandoble me había salvado la vida, de inmediato partí en dos el hombre que trataba de matarme, voltee y vi una espada dirigiéndose a la espalda de Dennethor, trate de devolverle el favor bloqueándola pero fue demasiado tarde, la sangre de mi compañero y amigo bañó mi cara, y su cuerpo besó el suelo, lleno de furia comencé a caer rápidamente en un frenesí de locura, la demencia se apoderaba de mi, partía cráneos y destazada corazones como si fuesen arcilla, buscaba desesperado por la ira a Blodsverd, el maldito que guiaba a estos demonios, pero solo veía hombres y mas hombres caer por mis katanas, y a lo lejos, los pocos templars que quedaban siendo aniquilados por insaciables hordas de bárbaros, yo avanzaba matando a todo quien se me interpusiera, veía muchos bárbaros caer sin que nadie los tocara aparentemente, sabia que era la labor de los asesinos y su gran velocidad, cerca vi un circulo de un metro de radio aproximadamente, y a su alrededor miles de bárbaros, y en el centro de este circulo, Lucid, su shamshir danzaba poderosamente despedazando a todos quienes osaban siquiera avanzar, de pronto sentí un poderoso golpe en mi pierna izquierda, un grueso tajo había sido atestado a ella, y tras de mi, otro de los fuertes guerreros meleties, giré mi cuerpo y taje su cuello, por suerte aun podía caminar cojeando, no había tocado mi hueso.

Así, en un terrible baño de sangre transcurrió la tarde, los templars batallaban junto a nosotros los Asura, cada vez menos meleties aunque aun eran demasiados, y finalmente murió el ultimo de los templars, solo quedábamos Lucid, Amaranth, Ignis y yo, contra unos doscientos bárbaros enormes y poderosos y aquel gigante llamado Blodsverd Thorsson, nos acorralaron, rodeados completamente, nuestras espaldas quedaron una contra la otra, y entonces algo que no imaginamos sucedió, Lucid nos miró apaciblemente y sonrió, luego de lo cual, saltó sobre los enemigos, muchos de ellos fueron destazados en su caída, su cuerpo comenzó a danzar al ritmo de su shamshir, la técnica final, la danza de la espada, mas de 50 bárbaros cayeron bajo su hoja hasta que esta se atrancó en el pecho de un hombre, y le impidió bloquear los múltiples tajos y estoques que lo destrozaron en segundos, Ignis y Amaranth se miraron a los ojos y me miraron, yo sabia lo que harían, de inmediato comenzarnos a correr en círculos a una velocidad sobrehumana, el tornado de cuchillas se abrió paso entre decenas de bárbaros que eran despedazados por las rápidas y casi invisibles dagas que los destrozaban, casi todo el ejercito sucumbió ante esta bestial técnica, pero la espada de Thorsson puso fin a su técnica, partiendo el cráneo de Amaranth con un golpe de su espada, y cortando el pecho de Ignis en un rápido giro, partiéndolo en dos. Ante mi, estaba aquel enorme y cruel general, con los 10 hombres que quedaban de su ejercito, el les balbuceo "Ataquen!" aquella decena de sangrientos guerreros se abalanzaron contra mi, pero después de pelear contra los 2000 que en un principio fueron, solo fue cuestión de segundos para que mis katanas destazaran sus cuerpos con su hermosa figura, y quede solo contra aquel gigante, mi pierna me dolía como si me la arrancaran, aquel bárbaro arremetió contra mi, bloquee su tajo con mi katana izquierda, la cual de inmediato se partió, mas logre desviar aquel bestial ataque, recupero el golpe y estocó mi corazón, traspasó mi cuerpo, su espalda veía las estrellas por mi espalda, pero su sonrisa se desfiguro en una mueca de odio y dolor cuando se percató de que mi katana derecha había tajado su abdomen y que su cuerpo se doblaba para mirar en aquel charco de sangre, su cuerpo se desplomo dejando mi cuerpo allí, en pie aun, con aquella enorme espada atravesando su pecho. La oscuridad cubría mis ojos, mis rodillas temblaron y caí de rodillas en el pasto totalmente bañado en sangre, agonizaba, mi cuerpo cayó boca abajo, clavando la espada en mi pecho hasta su empuñadura; y antes de exhalar mi ultimo aliento sonreí, porque mi pueblo, podría ver un nuevo amanecer en libertad, y en la paz que no seria perturbada, por lo menos no en esta ocasión, solté una ultima bocanada de aire y allí, en un campo lleno de cuerpos, miles y miles de cuerpos que después de muertos solo son carroña, termino la mas sangrienta batalla en la que los Asura dieron la libertad a su pueblo, y los templar, impidieron la amenaza del suyo… todos a costa de su vida.

Ahora el alma de los Asura es libre, pues nunca en vida se arrodillaron ante nada ni fueron sumisos ante nadie, y en honor a ellos, hoy en aquella colina hay nueve monumentos, y a cada uno se cantan canciones de honor y gloria que trascenderá los siglos hasta el fin de los tiempos.

 

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