El recluso

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El recluso

 

Un recluso iba a ser trasladado de una a otra prisio"n y para ello debia atravesar toda la ciudad. Le colocaron sobre la cabeza un cuenco lleno de aceite hasta el borde y le dijeron:

 

-Un verdugo, con una afilada espada, cami­nara detras de ti. En el mismo momento en que derrames una gota de aceite, to rebanar la cabeza.

Se saco al recluso de la celda y se le coloco un cuenco sobre la cabeza. Comenzo a caminar con mucho cuidado, en tanto el verdugo iba detras de 61. Habia llegado a pleno centro de la ciudad, cuando, de subito, tambien Ilegaron al mismo lu­gar un grupo de hermosisimas bailarinas. La pre­gunta es: Logro el recluso no ladear la cabeza para mirar a las bailarinas y asi mantenerla a salvo, o, por el contrario, negligentemente, miro a las bailarinas y lo perdio?

El Maestro dice: Los que no permanecen atentos es como si ya estuvieran muertos.

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