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Amar sobre ruedas

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Amor sobre ruedas

Alondra

Amanece un frígido día de invierno en Ottawa, capital de Canadá, ciudad elegida para que en ella se desarrolle el Quinto Concurso Mundial de Patinaje sobre Hielo.

La ciudad ha acogido cariñosamente a los participantes de los dieciséis países que han venido a competir, quienes reciben constantemente acogedoras muestras de afecto, las pocas veces que se les ve; ya que por su gran responsabilidad apenas salen de la villa donde se encuentran hospedados y en la que tienen una gran pista de patinaje que les permite ensayar diariamente sus rutinas.

El ambiente en la villa es el de una gran familia, reina la camaradería, factor imprescindible para que los participantes puedan rendir sus máximas perfomances en estas presentaciones.

Los grandes favoritos son Steve Kerry de los Estados Unidos y Elke Wontiky de Noruega.

Las amistades incipientes crecen y se vuelven más cálidas a medida que pasan los días, siendo apenas rozadas por levísimos destellos humanos de sana envidia en los jóvenes muchachos que aspiran a ser campeones.

Steve y Elke se conocen un día en la pista de ensayo, surge una buena amistad y luego el amor que no está exento de una buena dosis de

admiración al haber sido testigos de lo buenos que eran en este deporte; que tiene tanto de arte, al exigir a quienes lo practican, seguridad y precisión en la ejecución, como oído musical para sentir la melodía y dejarse arrastrar armoniosamente por la misma.

Un día, Elke no se presentó al entrenamiento y al indagar la causa Steve se enteró que estaba indispuesta; pero al pasar dos días más, y no aparecer, averiguó con los miembros de su equipo, incluyendo un médico joven que había sido particularmente amable con él; más ninguno supo darle una explicación lógica de su intempestiva e inesperada desaparición.

Steve sobreponiéndose a su dolor, logró para su país, la medalla dorada; y el campeonato femenino lo logró, en ausencia de Elke, la representante de Rusia.

Terminada la competencia y antes de regresar a su país, Steve se dirigió a Oslo, ciudad de la cual era oriunda la joven.

Por más que averiguó, ni en el Comité Nacional del Deporte de Noruega supieron darle razón de ella; tal parecía que se la hubiera tragado la tierra.

Desconsolado, Steve regresó a su país sumamente herido al no comprender la actitud de su amada; un comentario breve y conciso hería constantemente su corazón; una joven, al escuchar a Steve preguntar por Elke en el comité, había respondido "Creo que se encuentra enferma recuperándose en un pueblecito del interior".

La imposibilidad de averiguar más y, sobre todo encontrarla; apresuró el regreso de Steve, quien fue recibido apoteósicamente por los lauros conseguidos para su patria.

De regreso a su Seattle natal se retira de los campeonatos y funda una academia donde con su experiencia se dedica a preparar nuevos valores; aún sin haber olvidado a Elke de quien siempre recordaba sus ojos azules, cabellera rubia y extremado encanto y bondad.

Cuatro años después conoce a Caroline, atractiva maestra de ojos y cabello negro, quien con su innata bondad lo inclina al matrimonio; tienen una niña a la que él, en recuerdo del amor perdido, pone por nombre, Elke. La joven madre fallece un año después a resultas de una complicación rezago de su embarazo y Steve vuelve a estar de nuevo solo.

Rememorando hallemos la explicación, Elke un día, practicando sola en Ottawa para la competición, sufre una aparatosa caída y es encontraba inconsciente, por su entrenador; es examinada por los médicos que la acompañan, los cuales opinan que se ha roto los meniscos de la rodilla por lo que ya no puede participar en el concurso y que si ella desea, sería evacuada a su país. Ella acepta pero les ruega que no brinden información y menos de su destino, ya que ella creía firmemente que un amor incipiente como el de ellos, no soportaría semejante prueba.

En Oslo aparte de la rotura de los meniscos de la rodilla, le diagnostican un incipiente cáncer a los huesos y ella siempre con el mismo ruego, que no den información a nadie sobre su estado. Por eso es, que al aparecer Steve indagando por ella, nadie quiso darle razón de su paradero.

La vida de Elke transcurría serena dedicada a su rehabilitación, en un pueblito del interior, cuando los médicos le informan un día, que el cáncer se ha detenido y la instan a que abandone la silla de ruedas a que ha estado atada un largo año.

Con una fuerte cojera y apoyándose en un bastón, Elke regresa a Oslo, donde se dedica a la enseñanza del patinaje, ya que ella nunca lo podría practicar nuevamente.

Han pasado diez largos años, la enfermedad ha cedido y la vida no ha sido dura con Elke, que a sus veintiocho años y a pesar de su enfermedad luce una apariencia juvenil que muchas mujeres envidiarían, aunada a su cálida belleza; y en cuyo rostro, los grandes ojos azules, orlados por inmensas pestañas, tienen un velo de melancolía. Tampoco lo ha sido con Steve quien cuenta con treinta y dos años y en quien la vida, ha cincelado una personalidad definida, que escapa por sus ojos melados; y cuya robusta contextura, lo hace atractivo en grado sumo. Ninguno ha podido olvidar ese primer amor serio, lejos de los escarceos amorosos que son las primeras vivencias adolescentes.

Nebraska, Estados Unidos, el destino les va a brindar una segunda oportunidad a Elke y Steve. Va a realizarse allí el Décimo Concurso de Patinaje sobre Hielo y ambos han acudido, como asesora ella y entrenador él, de los equipos de sus respectivos países.

En la villa donde se hospedan los participantes y sus séquitos, las cosas marchan como siempre; amistad, camaradería, conatos de envidia de la buena y amor joven.

Como tenía que suceder, una mañana de práctica, se encuentran frente a frente. El corre y la besa fuertemente como si quisiera robarle la vida; y cuando por fin se separan; todas las explicaciones brotan a borbotones de sus trémulos labios; no pueden comprender porque la vida los separó; pero están agradecidos, porque ha vuelto a reunirlos.

Al terminar el concurso se casan y viven felices con su hijita y con aquel amor que triunfó sobre el tiempo y la distancia, además de la enfermedad.

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